jueves, 25 de octubre de 2012

CAPÍTULO 3 EL CARTEL DE SINALOA

Bienvenido a Sinaloa “la guerra contra el narcotráfico”.
Sinaloa es el mejor tomate de exportación, los puertos marítimos de altura que han conectado a México con el oeste de Estados Unidos desde el siglo XlX. Es la resistencia de las burguesías locales, agrarias y pesqueras a injustos embargos y proteccionismos estadounidenses. Gente guapa y trabajadora que mantiene la admiración por la cultura rural de la sierra desde el valle y la costa, la música de banda, el cinto piteado, las botas puntiagudas o los huaraches de correa. Bebe cerveza Pacífico y de agua cebada con chiloreo y tamales coloreados con palo de Brasil, como simbolizado su tradicional conexión con los flujos comerciales globales. Sinaloa es la globalización desde antes de que se usara esa palabra. Es un estado cuya sierra se formó en conexión con la exploración de nuevas tierras y la búsqueda de metales preciosos durante la Colonia. Es una tierra que se abrió al capitalismo con puertos como Mazatlán y proyectos literalmente utópicos como Topolobampo, tierra que industrializo su campo en esos valles que durante el siglo XX atrajeron migraciones internacionales y atraen a paupérrima mano de obra dentro de nuestro país, especialmente de Oaxaca. Rasgos del mercantilismo, el capitalismo, la industrialización y la globalización en una franja de tierra entre la costa y la Sierra Madre, “Sinaloa también es la tierra que produjo opio, en el centro, y mariguana al sur desde principios del siglo XX. Creadora del liderazgos criminalizados que van desde Heraclio Bernal hasta Ismael El Mayo Zambada y Joaquín El Chapo Guzmán pasando por El Gitano, Pedro Avilés, Lalo Fernández, Miguel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca y muchos otros”23. Centro de producción de expresiones culturales desde la ilegalidad y de innovaciones empresariales en el mercado negro de drogas. Epicentro de culto a Malverde. Sinaloa es invención de estereotipos que crean y recrean alternativas dentro del modelo económico neoliberal, que se supone inmodificable. Sinaloa es, rematadamente, el símbolo del fracaso de la actual política de combate a las drogas y el narcotráfico en México, símbolo de los beneficios que atrae el libre mercado a los hábiles, a quienes encuentran los huecos del sistema. Los negociadores. Los que renuncian. Los que renuncian a los camino heredados e inventan nuevos. Los que saben volverse moda porque usan las ideas de la moda para reinventarse. Con el gobierno de Felipe Calderón México se encentra en uno de los momentos más sangrientos en la historia del prohibicionismo de las drogas en el país. Las drogas que se combaten con toda la fuerza del gobierno se prohibieron en parte por prisión de Estados Unidos durante los primeros 30 años del siglo XX. Desde entonces diversos gobiernos mexicanos han tenido que administrar este problema compartido con y definido como global por Estados Unidos. Felipe Calderón decidió declarar una guerra que está costando miles de muertes: un dramático baño de sangre alimentado desde el gobierno. El prohibicismo y el aumento de la persecución policiaca y militar implican que la violencia estalle y termine en grandes y dramáticos fracasos, como ocurrió con la prohibición del alcohol en Estados Unidos. Eso es lo que se ve: sangre correr por políticas absurdas, siendo que la mejor vía para combatir este problema este problema es la legalización acompañada de programas educativos para el uso responsable de drogas y una fuerte inversión en los problemas de salud pública causados por las adicciones. Aumentar la persecución conlleva el aumento de riesgo en el mercado. Este riesgo incrementa los precios de las drogas y provoca que salgan los adversos al peligro. Como efecto de sustitución y renovación de los liderazgos criminalizados entran los amantes del riesgo y las prácticas corruptas, porque es mucho el dinero que la intervención violenta del estado genera en los mercados negros. Felipe Calderón es un presidente débil desde el origen. Llego en 2206 mediante una elección percibida fraudulenta por buena parte de la población mexicana. Más allá de la discusión sobre la existencia de un fraude, es innegable que Calderón tuvo que remontar su déficit de legitimidad desde los primeros días de su mandato. Por eso decidió emprender un gobierno que tomara el combate al narcotráfico como prioridad. Como ocurrió con Carlos Salinas de Gortari y sus intentos por remontar su falta de legitimidad mediante muestras de fuerza espectacular y manejo de los medios, Felipe Calderón terminará en la larga lista de gobernantes y administradores del desastre nacional. A falta de mejoras en el sistema educativo y de salud, a falta de un modelo económico que nos saque de la crisis y mejore la vida de las personas, a falta de políticas públicas exitosas, Calderón intenta gobernar haciendo corred la sangre, y quien gobierna por medio de la sangre- lo enseña la experiencia- no es redimido por la historia.

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